Está llegando fin de año, y seguro que, como la mayoría de los colegas estarás haciendo tu balance, tus pendientes y logros.
O quizás estas esperando fervientemente las vacaciones, el descanso.
En esta edición me gustaría hablarte en primera persona, quizás has escuchado mi charla Ted x San Isidro “Volver a SER”, pero si no lo has hecho quisiera aprovechar este espacio para que al cerrar el 2023 o abrir el 2024, al alzar la copa el 31 y pensar en tus seres queridos no te olvides del más importante: VOS.
Y te invito a hacerlo porque durante mucho tiempo yo no lo hice, sosteniendo una falsa creencia de que pensar en mí era egoísta. Siempre “Debía estar y hacer” para mis seres queridos.
En otra época de mi vida, pensaba que si dedicaba muchas horas al trabajo nada le faltaría a mi familia, entonces poco quedaba para lo demás (deportes, salidas con amigos, lecturas o simplemente ocio).
Fue así como hace muchos años atrás, un día siendo director de un colegio y socio fundador del estudio contable, estaba en mi despacho con la vicedirectora, le pedí que llamara a la ambulancia que me sentía mal… y al despertarme estaba en una clínica rodeado de médicos y personas extrañas.
Lo primero que dije es “Me quiero ir, tengo que ir al colegio” lo cual no sorprendió a nadie ya que en ese entonces era lo que se conoce como un workaholic (Adicto al trabajo) pero acto seguido mi frase primero sorprendió y luego alarmó a todos los presentes: “Me tengo que ir a rendir un examen de geografía”. Mi mente en aquel momento retrocedió a mi adolescencia.
Me hicieron algunas preguntas y detectaron que lo que estaba atravesando era lo que se conoce como una pérdida global repentina de memoria, que en la población a nivel mundial suele ocurrir entre los 55 y los 75 años, y en el 99 % de los casos dura menos de 24 horas.
Entre las causas de este cuadro, una de las principales es la falta de regulación emocional, el no estar AQUÍ y AHORA, o un fuerte impacto emocional,
A la distancia, y luego de todo el camino que he recorrido, puedo decir que siempre estaba lamentando los errores o las oportunidades que se me habían escapado, o planificando el futuro, pero nunca disfrutando del PRESENTE.
En aquel momento mi mente viajó al pasado y no podía recordar a mi pareja, tampoco a mis hijas que por aquel entonces eran muy pequeñas. Qué ironía de la vida, por pensar en darlo todo para ellas, las había literalmente olvidado, borrado de mi historia.
Estuve días y días internado, recuerdo ahora que me parecía muy extraño ver al personal de la clínica con unos “controles remotos” con los cuales escribían y hasta parecía que se sacaban fotos.
No recordaba a quién amaba, quién era, cuál era mi profesión y por supuesto ignoraba los avances de la tecnología.
En mí caso, muy injusto, porque no me dieron uno de esos “Controles” y cuando dije que estaba aburrido, justamente yo que nunca tenía tiempo para pensar en eso, ya que trabajaba hasta los feriados, me entregaron unas hojas en blanco y muchas fibras para que dibujara.
También me dieron juegos de mesa, rompecabezas ¿Jugar yo?
Eso no estaba en mis planes, creo que desde que empecé a trabajar cuando tenía 16 años la palabra juego había desaparecido de mi vocabulario. El juego lo consideraba una pérdida de tiempo, no era compatible con el mundo adulto y menos aún con la vida laboral.
Descubrí al empezar a jugar, que mi mente empezó a expandirse, experimente la curiosidad, la creatividad. Si me equivocaba “No pasaba nada” y por primera vez, luego de unos días de internación empecé a sonreír.
No quiero aburrir con los detalles de mi historia, pero si algo aprendí al recuperarme fue:
- Que nunca es tarde para recuperar el poder del juego;
- Que el juego nos conecta con el presente;
- Que el pensar en uno mismo, y regalarnos momentos de calidad, nos permite compartir momentos de calidad con lo que amamos;
- Que es importante conectar con nuestras emociones.
Podemos estar tristes, alegres, enojados, tener miedo, sentirnos frustrados, entusiasmados, optimistas, pero sucede en la mayoría de los casos que nunca nos hemos detenido a ver que sentimos y que tampoco lo hemos incorporado como hábito ya que no nos detenemos a lo largo del día a PAUSAR, a disfrutar del presente.
Sobre el final …
En este próximo brindis, al levantar tu copa no olvides ponerte en primer lugar, ya que solo si estamos bien NOSOTROS vamos a estar bien para los OTROS.