Los BRICS: evolución, avances y desafíos hacia un mundo multipolar, bajo una supervisión constante y palpable del G7 (2020-2023)

Desde hace décadas los países vienen adoptando la forma de organismos internacionales agrupándolos según su ubicación geográfica, sus intereses comerciales, magnitud de su economía, intereses climáticos, etc.

Ello explica el interés académico por las instituciones multilaterales como mecanismos de gobernanza frente a los desafíos de la agenda internacional, y la estructura del sistema internacional. Este proceso de cambio está asentado en la emergencia de nuevas potencias y en la aparición de nuevas normas, surgidas del solidarismo.

Los conceptos habitualmente aplicados a la distribución del poder en el sistema internacional (polaridad) o a las formas de interacción entre los Estados (multilateralismo) pierden capacidad explicativa o se tornan más complejos. Así pues, plantearse cómo se adaptan las instituciones multilaterales a un mundo de potencias emergentes constituye un desafío teórico y empírico que busca respuestas en tres ámbitos: distribución del poder, cooperación interestatal y marco de valores e ideas. También, como observó Robert Cox, existe concepto transhistórico de que un determinado orden mundial2 está siempre en pie (Cox y Sinclair, 1996).

En este contexto, surge BRICS, una alianza de países emergentes que cumple con porte de acción y respuesta. “Es evidente que la atención de partida que reciben las potencias emergentes tiene que ver con sus capacidades. En ese sentido, Hurrell apunta que estos países disponen de recursos materiales, en medida diferente según país y ámbito, en los tres ámbitos fundamentales (económico, militar y político)” (Barbé, 2010) y con el reconocimiento: “Los BRICS son un constructo de Goldman Sachs, a través de un “acto discursivo” (speech act) que establece claras expectativas de conducta, con importantes consecuencias en cuanto a agencia. De hecho, estos países han asumido con gusto su nueva condición de BRICS, que les aleja del estigma de países en situación subordinada, y han empezado a redefinirla a través de su actuación.” (Sanahujna, 2016-2017).

Se pasó entonces de un escenario unipolar con EEUU en la cabeza, a un multipolarismo “una serie de potencias de segundo nivel, con predominio a nivel regional y capacidades amplias en algunos ámbitos” (Barbé, 2010). Esta situación demuestra que, para lograr liderazgo en el orden mundial, es necesario no sólo contar con las capacidades materiales, sino que también con el reconocimiento formal de otros actores.

Este grupo de países considerados emergentes han atravesado las primeras tres décadas del siglo XXI, las cuales han estado marcadas por grandes acontecimientos que funcionaron como factor de unión, mientras que otros se avizoran como potenciales generadores de conflicto. Entonces ¿Qué intereses unen y distancian a los miembros del bloque entre sí? Y ¿la incorporación de nuevos miembros plenos a partir del 1 de enero del 2024 (BRICS +) dan realmente un aire de “unión” y expansión al grupo?

ANÁLISIS DE LAS UNIONES Y DIFERENCIAS DEL GRUPO:

Para responder estos cuestionamientos, es necesario destacar que, si bien los BRICS han ganado enorme relevancia en las últimas décadas como coalición, se ha visto afectado por dificultades internas encabezadas por “la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil, la pandemia por COVID 19 y la guerra ruso-ucraniana” Giaccaglia (2022), reflejándose una mayor relevancia del bloque RIC y un debilitamiento de Brasil y Sudáfrica en el grupo.

Giaccaglia resalta la idea de la existencia de una brecha entre los miembros asiáticos -China, India y Rusia- por un lado y Brasil y Sudáfrica, por el otro, brecha profundizada a raíz de la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania. En el marco de un complejo contexto mundial, China consolidada como “gran potencia” se escolta de Rusia e India que “persisten como importantes potencias regionales pero también como interlocutores necesarios y relevantes en las principales mesas de negociación global y en los vínculos bilaterales tanto con Estados Unidos como con China”, mientras que Brasil y Sudáfrica “continúan con un franco deterioro ya que a las sucesivas crisis acontecidas -política, económica, social e institucional- se sumó también la crisis sanitaria”. Estos factores señalan una clara fragmentación dentro del bloque. India tiene en común con Brasil y Sudáfrica el no tener un “asiento permanente en el consejo de seguridad de la ONU” y el sostenimiento de una postura coherente de no alineación, que implica cierta equidistancia de Washington. (Giaccaglia 2019) Los miembros suman más del 32 % del PBI global y el 42 % de la población y su territorio el 26% del mundial (sin considerar los nuevos miembros BRICS+), que originalmente fuese concebido para ejercer un contrapeso al orden mundial dominado por occidente.

Esa consolidación expresada mediante una serie de herramientas económicas tenía también un claro “objetivo político”, producir una nueva dinámica internacional de carácter multipolar y una intervención en la arquitectura financiera global. (“la creación del nuevo Banco de Desarrollo” y el “Acuerdo de Reservas de Contingencia”)

La suposición de un “severo cuestionamiento de los fundamentos ideacionales de la supremacía de Occidente y de los países avanzados” coloca a los BRICS en un punto de “unión indiscutida”.

Esto es visible en la forma en que las llamadas “potencias emergentes” promueven sus intereses revisionistas en espacios institucionales compartidos con las potencias instaladas, de lo cual dan cuenta numerosos ejemplos, entre los cuales Esther Barbé Izuel menciona “la reformulación de grupos de potencias ya existentes (G7 reconvertido en G8, en 1998 (…)), o la creación de nuevos grupos (G20), que se han convertido, como apuntan algunos analistas, en nuevos conciertos de potencias que resultan «apetitosos» para los países emergentes.”

SUPERVISIÓN CONSTANTE Y PALPABLE DEL G7:

El creciente protagonismo de los poderes medios emergentes ha implicado mayores niveles de negociación con las grandes potencias tradicionales. En este sentido, la estrategia tanto de Estados Unidos, como de los restantes miembros del G-7, ha sido una política de creciente incorporación de los poderes emergentes en los ámbitos de decisión multilaterales, con el propósito de poder influir e incluso condicionar sus comportamientos, para que sus acciones futuras sean más predecibles y calculables. En efecto, los poderes tradicionales posibilitaron la incorporación de los emergentes en el G-20 financiero, paralizaron las conversaciones en la OMC ante posiciones contrapuestas –aunque continuaron negociando por fuera de esta institución– y exigieron una mayor responsabilidad de los poderes en ascenso con respecto del cambio climático. De modo tal que buscan impedir además la conformación de estructuras de poder alternativas a las ya existentes.

La nueva membresía tiene una concentración regional en Medio Oriente y el noreste de África, con excepción de Argentina. Más aún, todos están ubicados en el Sur Global. Quizás la incorporación más asombrosa a los BRICS fue la República Islámica de Irán

Analizaremos someramente ¿Qué puede aportar cada uno de estos seis países a los BRICS? Y ¿por qué estos y no otros son los que han recibido la invitación?

  1. “Arabia saudí”: el cual es un actor geopolítico de primer nivel sus costas dominan el mar Rojo y el Golfo Pérsico, así como el “Estrecho de Tirán” vital para que Israel tenga una salida directa al mar Rojo. Con la entrada de Arabia Saudí Egipto y Emiratos lo que han buscado los BRICS y más concretamente China e India es asegurarse las rutas comerciales de oriente próximo que conectan Asia con Europa. De hecho, si los tres países entran en la organización, tendrían el control del canal de Suez el mar Rojo, el Golfo Pérsico y el Estrecho de Ormuz.

Además de la importancia geoestratégica, Arabia saudí es una de las grandes potencias energéticas del mundo, es el segundo mayor productor mundial de petróleo, solo por detrás de Estados Unidos con más de 10 millones de barriles producidos por día. La invitación a Arabia Saudí permitiría contar con el líder Regional del bloque suní en Oriente medio. Por último, decir que Arabia saudí cuenta con un importantísimo fondo soberano que podría dar fondos al banco BRICS.

  1. “Emiratos Árabes Unidos” un país más pequeño y mucho menos poblado que Arabia saudí pero que comparte características con sus vecinos: el petróleo, el gas y su posición clave para el control del estrecho de Ormuz.
  2. “Irán”: Otra potencia energética, la cual tiene las segundas mayores reservas de Gas del mundo, la invitación de Irán viene impuesta por China y por Rusia ya que los primeros tienen muchas e importantes relaciones económicas con Irán. Y los segundos son aliados suyos de primer orden. Es posible que la invitación haya sido la contraprestación ofrecida por China a Irán y Arabia saudí a cambio de que estos dos países rebajaran las tensiones que el uno tenía con el otro.
  3. “Egipto”. Es una gran potencia regional siendo el país más fuerte del norte de África, con una población de 110 millones de personas y es la principal economía de África por delante de Marruecos y Sudáfrica. Además, controla el que posiblemente sea el punto más importante del comercio internacional “el canal de Suez”, (una de las dos puertas de entrada al mediterráneo). Egipto es productor de petróleo y gas natural, aunque no tan fuerte como los antes mencionados.
  4. “Etiopía” un país que hasta hace poco tiempo estaba llamado a ser la gran Perla de África, pero cuyo desarrollo parece haberse quedado por el camino. Un país que crecía a un ritmo muy acelerado pero que ha sido presa de un conflicto armado “la guerra de Tigray”, la cual ha frenado el desarrollo del país. Es un gran Aliado de Emiratos árabes Unidos, pero, sin embargo, tiene un conflicto abierto con Sudán y con “Egipto” por culpa de la “Gran Represa del Renacimiento etíope” un macroproyecto de Etiopía que resta control a Egipto sobre el cauce del río Nilo. Más allá de la gran influencia que este país tiene en el “cuerno de África” las razones más lógicas para la invitación al BRICS podría ser dos (2): la primera “una elección simbólica”, dada la postura de Etiopía como miembro fundador y sede de la Unión Africana y la segunda su “fuerza demográfica” con una población de 120 millones de personas lo que convierte a Etiopía en el segundo país más poblado de África por detrás de Nigeria y por delante de Egipto.
  1. “Argentina” quien seguramente deba a Brasil y a la India la invitación. A pesar de todos sus problemas económicos Argentina es la tercera economía de América Latina tras Brasil y México lo cual puede aportar un buen socio a la organización en términos comerciales.

De esta manera, es un eje muy potente donde el componente del petróleo toma un peso muy relevante, por tanto, el poder económico que va a quedar en manos de los Brics+ (al menos desde el punto de vista energético) va a ser extraordinariamente.

CONCLUSIONES:

Coincidiendo con aquella concepción que plantea que, desde su creación hasta en la actualidad, uno de los factores ideológicos que cohesionaron al grupo es una mirada particular del mundo, o por lo menos una sensación de insatisfacción con el actual sistema de gobernanza global.

De hecho, todos estos Estados pugnan por el multilateralismo, al percibirse en mayor o menor medida, como los representantes de sus respectivas regiones, y que pueden desempeñarse efectivamente en las mesas de negociación globales.

Sin embargo, los diferentes acontecimientos que sucedieron durante la segunda y la tercera década del Siglo XXI, tanto dentro como fuera de algunos de los países del BRICS, han provocado que estas capacidades materiales y político-diplomáticas mermaran, al tiempo que surgen diferentes concepciones de qué es hoy el BRICS y a dónde debería dirigirse.

Finalmente, me pregunto si se podría vincular la situación paradojal de la configuración de poderes emergentes tras su derrota en la guerra fría, con la concepción transhistórica del orden mundial de Robert Cox (1996), quien señala que “un determinado orden mundial está siempre en pie”. Afirmando así tanto la imposibilidad de enunciar un Orden, o el Orden, así como el fin de otro; dado el hecho de que esos otros puedan seguir en pié e, incluso, puedan sorprendernos con sus manifestaciones cuando menos lo esperemos.

Y ante el interrogante inicial de si la incorporación de nuevas membresías como miembros plenos 2024 (BRICS +) dan realmente un aire de “unión” y “expansión” al grupo, podemos vaticinar que los BRICS están buscando los siguientes objetivos:

  • la inclusión en la organización de “líderes regionales” capaces de tener mucho peso en su zona de influencia
  • Tener mucho “músculo demográfico” ya que (salvo emiratos árabes Unidos) todos los potenciales nuevos miembros tienen una población muy numerosa
  • “Controlar puntos estratégicos para el comercio internacional”, asegurando de esta forma que los mercados internacionales sigan abiertos a sus economías.
  • Los BRICS también han buscado “grandes productores de energía especialmente de gas y petróleo y a productores de alimentos y minerales estratégicos”.

El G7 está indagando la inclusión de países emergentes en su organización, lo que podría atemperar las rigideces y provocar una colaboración más fructífera entre los bloques. Los BRICS, como conjunto de potencias emergentes, pueden ser vistos como una manifestación de las contradicciones y transformaciones en el orden mundial hegemónico, tal como Cox lo describe. Algo de ello parece haber estado manifestando la configuración del BRICS en las últimas tres décadas.

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