De chicos nos enseñan a ser fuertes, a ser los mejores. Ya en nuestros primeros años de escolaridad vamos entendiendo que se destacan los que sacan mejores notas, los que tienen la respuesta, y los que no la tienen o no se destacan no son premiados.
No en todos los casos, pero en muchos esto va instalando la idea de “para ser alguien o para ser reconocido debo sobresalir”.
Esto se traslada luego a las organizaciones, donde en los equipos y en muchos jefes (Que se creen líderes) encontramos que consideran que es necesario sobresalir, distinguirse, no mostrar dudas y evitar permanentemente los errores, lo que lleva a ciertas luchas de EGOS para ver quién es mejor.
Me pasa a menudo que escucho por mi profesión como coach organizacional y ejecutivo que Ceos o líderes manifiestan “es importante trabajar en equipo, pero debo cuidar mi puesto” o frases como “No me pagan para mostrarme débil” o más aún “Si me gustaría innovar, pero si fallo y cometo un error estoy fuera”.
Aquellos que viven dominados por su ego se creen superiores y no ven la realidad. Se trata de una distorsión del pensamiento que intenta hacer una presentación de cómo les gustaría ser, en vez de como son en realidad.
El ego es además una máscara social,
un papel que nos aleja cada vez más de lo que somos de verdad.
Poder trabajar sobre estas creencias, entendiendo que, si logramos dejar de enfocarnos sólo en nosotros mismos, en nuestras ideas o en salvaguardar la imagen pública que en general con mucho sacrificio construimos suele ser el camino para lograr un verdadero cambio.
Mostrando la vulnerabilidad
El mundo ha cambiado, ha evolucionado. No somos los mismos que antes del 2020. Las organizaciones necesitan hoy estar a la altura de esos cambios, y los equipos necesitan de líderes que se muestren vulnerables, con imperfecciones, dispuestos a asumir desafíos y a aprender de sus propios errores.
Ser vulnerables no es sinónimos de ser débiles, la vulnerabilidad es la incapacidad de resistencia cuando se presenta un fenómeno amenazante, qué mejor que dejar de resistir (lo que por otra parte conlleva un gran esfuerzo físico y mental) pudiendo al mostrar lo que sucede pedir ayuda y ser asistido por otros.
¿Por dónde comenzar?
Por educar la mirada y repensar nuestras formas en el hacer. Si siempre hacemos lo mismo, nuestros resultados siempre serán los mismos. Para obtener soluciones diferentes, tenemos que hacer cosas diferentes.
¿De quién depende? Sólo de nosotros.
Para lograr resultados nuevos y distintos hay que cambiar la manera de ver el mundo que nos rodea, salir de la zona conocida, para habitar la incertidumbre, correr riesgos, animarnos a mostrarnos vulnerables.
Beneficios de mostrar la vulnerabilidad
En el líder | En el equipo |
Evita el esfuerzo de ponerse “todo al hombro” | Aprenden desde el ejemplo a colaborar |
Mejora su capacidad de hacer pedidos | Aceptan con mejor predisposición las tareas asignadas porque comprenden su origen. |
Amplía la capacidad de innovación | Innovación |
Conectar con los demás | Capacidad de empatía |
Gana confianza en su singularidad. | Confianza en el equipo. |
Asumir riesgos | Se relativiza el miedo al error |
Capacidad de aprender por sí mismo a través de la experiencia. | Organizaciones que aprenden |
Desarrollo de inteligencia emocional | Organizaciones inteligentes emocionalmente. |
Por donde comenzar…
Se preguntarán cómo hacemos para empezar a mostrar frente a otros la vulnerabilidad, sacar esa presión de ser perfectos o de que no podemos equivocarnos.
En primer lugar, es importante que nos miremos a nosotros mismos, porque en ciertos casos hace tantos años que cargamos esas “máscaras” que ya se han transformado en parte de nuestra piel.
Un elemento clave en el desarrollo personal es trabajar en el autoconocimiento y la regulación emocional.
Así que, conecta primero con tu infancia, con ese niño/a que no tenía miedo a mostrarse, a ser vulnerable. Pregúntate: ¿Qué te daba miedo? ¿Qué te preocupaba?
Luego revisa en esos casos ¡Qué hacías? ¿A quién recurrías? Permítete volver sobre algún gran error y resignifícalo, porque esa situación y muchas otras te han permitido seguramente aprender y llegar donde hoy estás.
Luego de esto, comienza con tus equipos por las pequeñas cosas: empieza quizás reservando algún día en la agenda no para hablar de objetivos, desvíos o plazos de entrega. Instala espacios para que todos puedan conversar, hablar, conectar con las emociones.
“Mirar directamente a los ojos abre la puerta de acceso a la empatía”
Daniel Goleman
Si quieres seguir siendo un gran líder, si quieres ser alguien con influencia para tu equipo, permite que conozcan un poco más de vos.
Pocas cosas nos acercan más a otros que el hecho de encontrar, esos puntos de coincidencia, en donde todos al final de cuentas sentimos y vivimos emociones que nos hacen vernos más humanos.
Yo ya empecé a mostrarme vulnerable ¿Y vos?