“Competir, cooperar y sobrevivir: los desafíos del comercio exterior latinoamericano”

El Dr. Ariel Rolando es Profesor de la UCSF (Facultad de CS ES. – ADM DE EMPRESAS). Doctorando en RR II (UCC) Dipl. Sup. Pol. Púb e Integ Reg. (FLACSO) Especialista Impuestos (UB) Especialista Proc Trib y Ley Penal Trib.  y Previsional (UNLAM). Especialista Derecho Tributario y Finanzas (UB). Dipl. Derecho Comunitario Centroamericano (SICA) Mag en Cooperación Internacional e Integración Regional. Tesis en elaboración. (UNR). 

El Comercio Internacional se encuentra en constante movimiento. Especialmente en lo relativo a nuestro país, en un mapa de crisis económica, conflictos bélicos y un contexto internacional caracterizado por la incertidumbre geopolítica, la transición tecnológica y la reconfiguración de los flujos comerciales, América Latina enfrenta el desafío de redefinir su papel en la economía global. 

Para reflexionar sobre estos cambios y sus implicancias, conversamos con el profesor Rolando Ariel (UCSF), especialista en relaciones internacionales y comercio exterior, quien analiza las transformaciones recientes del regionalismo, las oportunidades de diversificación y las nuevas competencias que exige el mercado global. 

A lo largo de la entrevista, se abordan temas cruciales como la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el impacto de los conflictos internacionales, la digitalización del comercio y el futuro de la formación profesional en la región.

En un contexto global tan cambiante, cómo describís el nuevo escenario del comercio exterior y las relaciones internacionales en América Latina. “en un mundo que gira cada vez más rápido, con guerras, pandemias y cambios tecnológicos inesperados, el comercio exterior de América Latina se asemeja a una fiesta donde todos bailan, pero nadie sigue del todo el mismo ritmo. Imaginemos la región como un gran mercado al aire libre: antes vendíamos bananas y café a los grandes supermercados de Europa y EE.UU. sin mucho regateo. Hoy hay más invitados a la mesa (como China y la India), pero también más reglas del juego: aranceles sorpresa o bloqueos portuarios por tensiones geopolíticas. Convengamos, el nuevo escenario es más conectado, pero también más volátil y multipolar. Dependemos menos de un solo “jefe” (EE.UU.), pero enfrentamos mayores riesgos: fluctuaciones en los precios de las materias primas o disputas comerciales que pueden cerrar puertas de golpe”

Al respecto, Ariel Rolando, para ejemplificar sobre esto, expresó: “Un ejemplo claro es Brasil, el “gigante” de la región. Antes exportaba soja y carne principalmente a EE.UU. y Europa; ahora China compra el 80% de su soja, lo que impulsó sus ventas en 2023, pero si Beijing estornuda con una recesión, Brasil se resfría fuerte. Chile, maestro en cobre, diversificó sus socios hacia Asia, pero en 2024 las tensiones EE.UU.-China por chips y minerales raros complicaron su posición, obligándolo a elegir bandos en una “guerra fría comercial”. En definitiva, América Latina está aprendiendo a navegar estas aguas inciertas, apostando por bloques regionales como el Mercosur o la Alianza del Pacífico para no quedar a la deriva.”

El regionalismo ha sido históricamente una característica central de la política exterior latinoamericana. Qué diferencias observás entre el regionalismo clásico y las nuevas formas de integración que emergen en la región. “Para entender la evolución del regionalismo en América Latina, pensemos en un equipo de fútbol: antes, los países jugaban juntos con reglas rígidas y entrenadores que no siempre se ponían de acuerdo. Hoy, el juego es más flexible, con equipos más pequeños y estrategias que cambian según el rival” asegura Rolando.

“El regionalismo clásico era como un partido formal, con grandes bloques como el Mercosur o la Comunidad Andina, enfocados en tratados ambiciosos para crear mercados comunes o uniones aduaneras. En cambio, las nuevas formas de integración son más prácticas, como un partido amistoso donde los países se unen para proyectos puntuales, sin compromisos eternos. El regionalismo clásico, basado en acuerdos estructurados (décadas de 1960 a 1990), buscaba emular a la Unión Europea. Los países firmaban tratados formales para reducir barreras comerciales o unificar políticas, como el Mercosur, que pretendía que Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay comerciaran sin impuestos internos. Sin embargo, los problemas eran recurrentes: excesiva burocracia, escasa flexibilidad y choques políticos”.

En este marco, expresó: “Las nuevas formas de integración, por su parte, son acuerdos más pragmáticos, como la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú). En lugar de soñar con un “superbloque”, los países buscan resultados rápidos y concretos, por ejemplo, eliminar visas o coordinar cadenas de suministro con Asia. Chile y México, en 2024, firmaron un acuerdo para compartir tecnología en minería de litio sin comprometerse en tratados extensos. En suma, el regionalismo clásico intentó construir una casa enorme para todos, pero a menudo se quedaba a medio terminar. Las nuevas formas son como armar carpas: más pequeñas, fáciles de mover y adaptables al terreno. Aun así, las carpas no reemplazan una casa sólida, por lo que algunos critican que estos enfoques son menos ambiciosos”.

Además, en un contexto de tanta volatilidad internacional, donde todos los grupos económicos están sujetos a las crisis y modificaciones, le consultamos, qué oportunidades y desafíos enfrenta hoy América Latina frente a bloques como la Unión Europea, el ASEAN o el T-MEC en términos de competitividad y diversificación comercial. “América Latina participa en una carrera comercial global frente a gigantes como la UE, la ASEAN y el T-MEC (EE.UU., Canadá y México). La región tiene productos valiosos, soja, cobre, litio, pero compite con bloques más organizados y compradores con normas más exigentes”.

“Entre las oportunidades destacan la alta demanda de materias primas y recursos estratégicos. América Latina es una despensa global de alimentos, minerales y energía. La UE, ASEAN y el T-MEC necesitan lo que la región ofrece: litio para baterías, soja para alimentación animal, carne para supermercados. Por ejemplo, Chile, Bolivia y Argentina concentran las mayores reservas de litio del mundo. En 2024, la UE firmó acuerdos con Chile para asegurar el suministro de litio para autos eléctricos. Otro punto clave es la diversificación hacia Asia y nuevos mercados. Los países de ASEAN crecen rápido y son menos exigentes en temas ambientales que la UE. Esto permite a América Latina reducir su dependencia de EE.UU. y Europa. Perú, por ejemplo, aumentó en 20% sus exportaciones de arándanos y paltas a Malasia y Tailandia en 2023”.

“También hay avances en acuerdos comerciales modernos, que incluyen servicios, tecnología y sostenibilidad. Chile y México han firmado tratados que abren oportunidades en comercio digital y energías renovables. El acuerdo Mercosur-UE, aún en negociación, podría permitir exportar software y servicios digitales, además de bienes tradicionales. Entre los desafíos se destacan la “falta de valor agregado”, las reglas estrictas de los bloques y la escasa coordinación regional. América Latina sigue dependiendo de exportar materias primas sin procesar. Cumplir normas ambientales europeas o laborales del T-MEC implica altos costos. Además, la falta de unidad debilita la posición negociadora: mientras ASEAN actúa como bloque, América Latina compite internamente. La clave será aprovechar los recursos estratégicos, diversificar mercados y actuar de manera coordinada para no quedar rezagada en esta carrera global” asegura Rolando. 

En este sentido, uno de los principales conflictos que se encuentra enfrentando el mundo del Comex y que tiene impacto en todo el planeta es la disputa entre Estados Unidos y China. Para conocer más, le consultamos a Ariel Rolando qué impacto cree que tiene esta tensión en las economías emergentes y, particularmente, en América Latina. “La guerra comercial entre EE.UU. y China, intensificada desde 2017 y reavivada en 2025 bajo una nueva administración Trump, actúa como un terremoto en las cadenas de valor globales. Imaginemos que el mundo es una cadena de producción de un smartphone: antes, China fabricaba las piezas baratas y EE.UU. las ensamblaba o compraba; ahora, con aranceles del 20 al 60 % en ambos lados, las empresas buscan desvíos para evitar costos adicionales, trasladando fábricas a Vietnam o México”.

Además, agregó que “para las economías emergentes, como India, Brasil o Indonesia, esto puede significar oportunidades si logran posicionarse como alternativas neutrales, pero también riesgos si quedan atrapadas en el fuego cruzado. En América Latina, el impacto es mixto: hay ventajas en exportaciones redirigidas, pero vulnerabilidad por la fuerte dependencia de China, que en 2024 compró el 28 % de las exportaciones sudamericanas. Cuando EE.UU. impone aranceles a productos chinos, estos buscan nuevos destinos. En la primera fase de la guerra, Brasil ganó 100.000 empleos al absorber exportaciones chinas de acero y soja que ya no iban a EE. UU. El fortalecimiento del dólar encarece las deudas en países como Argentina y desincentiva inversiones de largo plazo. En este escenario, América Latina se redefine como un “puente” entre superpotencias: gana si diversifica (como con el acuerdo UE–Mercosur de 2024), pero pierde si no mejora su infraestructura y sigue siendo solo proveedora de materias primas”.

En base a lo conversado, le consultamos al Dr. Rolando por la situación de LATAM en este contexto, para saber si podría América Latina aprovechar esta disputa para reposicionarse como proveedor estratégico en sectores clave, como energía, alimentos o minerales críticos. “Podría.  La guerra comercial EE.UU.–China abre una oportunidad única para que América Latina se consolide como proveedor estratégico en sectores de alto valor. La región, tradicional despensa mundial, puede pasar de exportar materias primas a ocupar un rol clave en cadenas globales como bien mencionas, en energía, alimentos y minerales críticos”

Sobre la situación específica en algunos sectores, agregó “en energía, la transición hacia fuentes renovables genera una fuerte demanda de litio, cobre y gas, donde América Latina posee ventajas comparativas. Con EE.UU. y la UE buscando reducir su dependencia de China, países como Chile, Bolivia y Argentina pueden posicionarse como proveedores esenciales. En alimentos, los aranceles mutuos entre las potencias impulsan a los mercados a buscar nuevas fuentes. América Latina produce el 13 % de los alimentos globales y puede llenar ese vacío si moderniza su logística y producción. En minerales críticos —el “oro del siglo XXI”—, el cobre, el níquel y las tierras raras son vitales para tecnologías avanzadas. Países como Bolivia o Chile pueden negociar mejores contratos si agregan valor a su producción, procesando cobre o litio antes de exportarlo”.

En otro orden, los conflictos en Medio Oriente y la guerra en Ucrania están reconfigurando la geopolítica mundial. Cómo inciden estos conflictos en el comercio internacional y en la estabilidad de los precios de la energía y los alimentos. “Estos conflictos, sumados a la guerra comercial, alteran el comercio global y la estabilidad energética. América Latina puede beneficiarse exportando más trigo o carne a Europa para reemplazar a Ucrania, como hizo Brasil con su soja a China (un aumento del 80 % entre 2023 y 2024). Sin embargo, los costos logísticos y energéticos elevados, impulsados por las crisis en Medio Oriente y Europa del Este, encarecen las exportaciones y reducen la competitividad regional. La región debe aprovechar la demanda de alimentos y minerales mientras invierte en infraestructura para evitar depender de rutas globales inestables. Un alto al fuego en Ucrania o un nuevo conflicto en el Golfo podrían alterar precios y rutas comerciales en cuestión de días. Se me ocurre que, para un exportador de soja brasileño, esto puede ser una oportunidad; para un importador centroamericano de fertilizantes, un serio problema”

En este contexto de tensiones globales, le preguntamos por cómo evalúa el reciente apoyo expresado por Donald Trump hacia la Argentina y qué implicancias podría tener para las relaciones bilaterales y la inserción internacional del país. “El apoyo de Donald Trump a Argentina, anunciado el 14 de octubre de 2025 durante su encuentro con el presidente Javier Milei, representa un giro pragmático en la geopolítica regional. El acuerdo, un “swap” de divisas por US$20.000 millones para estabilizar el peso argentino, fue condicionado al resultado electoral de medio término. Trump lo expresó con claridad: “Si gana, seremos muy generosos; si no, no vamos a perder nuestro tiempo”.

Además, agregó, “este respaldo debe entenderse más como un gesto estratégico que ideológico. EE.UU. busca aliados en América Latina para contrarrestar la influencia china, mientras Argentina necesita oxígeno financiero. Es, en definitiva, un “rescate con asterisco”: una oportunidad acompañada de condicionamientos. El apoyo acelera la inserción argentina en cadenas de valor asociadas a EE.UU., pero puede generar tensiones regionales si se percibe como un alineamiento incondicional”.

En los últimos años se habla de una “reconfiguración” del comercio global. Cómo deberían adaptarse los países de la región ante fenómenos como la digitalización, la economía verde o la relocalización industrial. “Agregaría “rápida reconfiguración”, la digitalización está transformando el comercio mediante plataformas de e-commerce, inteligencia artificial y cadenas de suministro basadas en datos. América Latina debe ampliar su conectividad digital, invertir en formación tecnológica y modernizar aduanas con sistemas de ventanilla única. Esto permitiría a pequeños exportadores competir globalmente y reducir costos. La economía verde, impulsada por regulaciones ambientales y la transición energética, abre oportunidades para nuevos sectores, como el hidrógeno verde y las energías renovables. A la vez, la relocalización industrial (nearshoring) favorece a países como México, que pueden atraer inversiones desplazadas desde Asia”.

Pasando al ámbito académico y orientado a que los futuros profesionales del Comex tengan mayor conocimiento del área, le consultamos desde su experiencia, cuáles son las competencias más demandadas hoy por el mercado laboral internacional en materia de comercio exterior y relaciones internacionales. “En la era pos pandemia, el 30 % del comercio global es digital, y las tensiones geopolíticas redefinen mercados. Se demandan competencias tecnológicas como inteligencia artificial, blockchain y análisis de big data para optimizar cadenas logísticas y prever disrupciones. Según LinkedIn, los roles con habilidades digitales crecieron un 25 % en 2025. También se valoran conocimientos en sostenibilidad y certificaciones verdes, dado que la UE y otros bloques imponen estándares ambientales estrictos. El Banco Mundial estima que los empleos verdes aumentaron un 20 % en 2025. Además, las habilidades interculturales y lingüísticas son esenciales para negociar con socios diversos en Asia, Europa y Medio Oriente”.

Además, sobre este aspecto, le consultas si considera que las universidades de la región están formando profesionales con las herramientas adecuadas para responder a esas nuevas demandas. “Las universidades de la región han avanzado, pero aún presentan brechas significativas frente a las exigencias del mercado global. La digitalización del comercio y las normas ambientales demandan formación, como dijimos en análisis de datos, sostenibilidad y geopolítica aplicada. Sin embargo, muchos programas mantienen enfoques teóricos tradicionales, sin incorporar prácticas de inteligencia cultural o herramientas tecnológicas. La falta de acceso a tecnología y capacitación digital limita la competitividad de los egresados latinoamericanos frente a los de Asia o Europa”.

Frente a esto, qué aspectos consideras prioritarios actualizar en los planes de estudio de las carreras vinculadas al comercio internacional y las relaciones económicas globales. “Los planes de estudio deben ser mapas actualizados para un entorno cambiante. Es indispensable incluir materias sobre inteligencia artificial aplicada al comercio, blockchain para certificación de productos y análisis predictivo de mercados. También, formación en economía verde, finanzas sostenibles y regulaciones ambientales globales. La UE rechazó en 2024 el 15 % de las exportaciones agrícolas sudamericanas por no cumplir estándares de sostenibilidad, lo que muestra la urgencia de incorporar estos contenidos académicos”.

En el contexto pos-pandemia y de aceleración tecnológica, qué rol juega la formación en idiomas, la inteligencia cultural y la comprensión de nuevas dinámicas geopolíticas. “Para relacionarlo con los temas tocados, en un mundo donde las fronteras son cada vez más digitales pero las tensiones culturales más complejas, dominar idiomas y desarrollar inteligencia cultural es fundamental. Hablar mandarín puede abrir un mercado chino; comprender la cultura japonesa puede cerrar un trato; anticipar sanciones o conflictos puede salvar una exportación. Estas habilidades se vuelven estratégicas para el comercio internacional contemporáneo. Finalmente, qué mensaje daría a los jóvenes que hoy eligen formarse en relaciones internacionales y comercio exterior, pensando en su futuro profesional en un mundo tan interconectado como incierto. “Humildemente, con una muestra optimista de la realidad, el mundo actual es un océano en constante movimiento. Para los jóvenes que eligen este camino, la clave está en aprender a surfear las olas del cambio global. Las crisis, las tensiones geopolíticas y la transformación digital son tanto desafíos como oportunidades. Y, por último, un ejemplo inspirador: en 2024, una analista peruana de comercio utilizó datos de plataformas digitales para conectar productores de “quinua” con supermercados en Japón, generando US$10 millones en exportaciones. Su conocimiento técnico y su visión global marcaron la diferencia. América Latina necesita esa nueva generación de profesionales capaces de innovar, conectar y liderar en un mundo interdependiente”.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio